Fatima Whitbread rompe a llorar durante una conversación sobre vivir en un hogar de niños en las escenas I’m A Celebrity South Africa que se emitirán el miércoles.
La deportista, de 62 años, recordó haber vivido en un hogar de niños durante una conversación con sus compañeras de campamento Carol Vorderman, también de 62, y Helen Flanagan, de 32.
Ella dijo: ‘En el hogar de niños cuando éramos niños, siempre teníamos trabajos asignados y siempre estábamos en esa rutina, tenías que estar, éramos muchos de nosotros.
‘La única forma en que obtendría su dinero de bolsillo era asegurándose de que sus trabajos se hicieran durante toda la semana.
‘Tuve dos personas en mi vida, Corrie y la tía Ray. Y la tía Ray era una chica del East End. Ella sólo vivía en la calle de mí.
‘Le pedí que fuera mi madre, pero tenía otros niños que cuidar’: Fátima Whitbread de I’m A Celeb rompe a llorar en el programa I’m A Celebrity del miércoles por la noche al recordar el doloroso recuerdo de vivir en un hogar de niños
Muy triste: abrazó a sus compañeros de campamento cuando recordó haberle pedido a un miembro del personal en el hogar de sus hijos que fuera su madre, pero no pudo serlo.
“Miraba por esta pequeña ventana de babor y miraba cuando se iba a casa porque me entristecía mucho cuando salía de servicio”.
Ella continuó: “Y este día decidí recoger todos los narcisos y los escondí detrás de mi espalda y llamé a la puerta y cuando ella abrió la puerta, dije “¿Quieres ser mi madre?”
Emocionándose, dijo: “Me dijo: ‘Fats, tengo que ser mamá para todos ustedes, niños, así que no siempre puedo estar aquí'”.
Fátima lucha por contener sus emociones y dijo: ‘Lo siento, no debería haber iniciado esa conversación.
‘Lo que estoy tratando de decir es que ella me enseñó mucho sobre cuidar a los otros niños y cómo dar y recibir. Creo que he estado aquí demasiado tiempo, por eso me estoy enfadando…’
Abrazando a sus compañeros de campamento, agregó: “Creo que tienes que tener una estrella en la vida de cada niño”.
Hablando con la cámara más tarde, dijo: “Ha habido mucha historia que he olvidado en mi vida y cuando hablé sobre eso, la trajo a la superficie nuevamente”.
En 2011, Fátima habló con el Daily Mail sobre su infancia.
Agregó: ‘Creo que tienes que tener una estrella en la vida de cada niño’ al recordar cómo esta señora cambió su vida después de que su madre biológica abusara de ella.
Fátima dijo: “Ha habido mucha historia que he olvidado en mi vida y cuando hablé de eso, lo trajo a la superficie nuevamente”.
Ella dijo que su ‘madre’ biológica, a quien se refiere como ‘esa mujer’, era turcochipriota; su padre biológico provenía de la comunidad griega de esa isla amargamente dividida.
Nacida en el norte de Londres, Fátima fue un accidente no deseado, que le trajo desgracia social. Si no hubiera sido por la vigilancia de los vecinos, habría muerto de hambre cuando aún era un bebé.
Su madre la abandonó en un piso, y solo unos días después alguien, alertado por los llantos de la niña, llamó a la policía.
Fátima pasó cuatro meses en el hospital recuperándose de la desnutrición y sus primeros 14 años en una serie de hogares infantiles.
De vez en cuando, angustiosamente, su madre biológica volvía a entrar en su vida. La primera vez que se vieron fue profundamente impactante, sobre todo porque a la joven Fátima no le habían advertido que la mujer estaba viva.
Subieron a la pareja a un automóvil y los llevaron a otro hogar de niños, donde vivían el medio hermano de Fátima y la hermana de su madre, y donde iban a trasladar a la pequeña Fátima. Durante el trayecto su madre apenas le habló.
Fátima recordó más tarde: “Cuando llegamos, un padre de familia me dijo: “Ve al jardín y conoce a tu hermano y hermana”. Mientras caminaba por el jardín, mi madre me agarró y me dijo: “Esta es tu hermana, y si no la cuidas, te corto la garganta”.
Mirando hacia atrás: Fátima, de 3 años, que fue adoptada cuando tenía solo tres meses después de ser abandonada
Apoyo total: Fátima con su madre adoptiva Margaret, cuyo aliento la llevó a obtener varias medallas, incluido el trofeo de los condados del sur y el Victrix Ludorum, que exhibe (izquierda) en 1977
Memorable: Fátima el día de su boda después de casarse con Andy Norman
“Esta fue mi presentación a mi madre biológica, y desde allí las cosas empeoraron”.
Cuando se acercaba a su décimo cumpleaños, los servicios sociales decidieron que Fátima debería comenzar a visitar a su madre en preparación para una reunión permanente.
“Ella apareció un día con unos tipos que eran más o menos proxenetas, estaban allí para echarme un vistazo porque en ese momento yo era una niña grande”, recordó más tarde. ‘Fue horrible.’
Cuando visitó el piso de su madre, la obligaron a hacer las tareas del hogar. Más tarde, cuando tenía 13 años y en otra visita, el novio borracho de su madre la violó. Fátima gritó, pero todo lo que hizo su madre fue ponerle un cuchillo en la garganta y decirle que se callara.
El novio volvió a buscarla y ella tuvo que esconderse en la habitación de su medio hermano, donde él estaba teniendo sexo con su novia.
Profundamente perturbada por estos acontecimientos, Fátima tenía a menudo problemas en la escuela. Era una ‘pesadilla de la infancia’, pero que estaba a punto de cambiar profundamente para mejor.
Conoció a ‘mi verdadera madre’, Margaret Whitbread, durante un partido de baloncesto de la escuela, poco antes de cumplir 14 años. La Sra. Whitbread estaba arbitrando y criticó a Fátima por discutir sus decisiones.
Poco después, Fátima se inició en la jabalina en el club de atletismo local. El entrenador resultó ser el árbitro de netball, quien dijo: ‘¡Oh, no, tú no! ¡Si te comportas como lo hiciste en la cancha de netball, no hay posibilidad!
Pero Fátima no tenía intención de portarse mal: había encontrado a una mujer en la que confiaba y respetaba, y que le mostró su calidez y aliento a cambio.
Tal fue la fuerza del vínculo que creció rápidamente entre ellos que Fátima fue adoptada poco después por la Sra. Whitbread y su esposo, quien tenía dos hijos propios.
Bajo la guía de su madre adoptiva, Fátima ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1984 y una de plata cuatro años después.
Su mayor gloria llegó en el Campeonato de Europa de Stuttgart en 1986, cuando batió el récord mundial de jabalina, y un año después se coronó campeona del mundo en Roma.
Los comentarios sarcásticos sobre su físico musculoso y los rumores que la vinculaban con drogas para mejorar el rendimiento persiguieron su carrera. Se dirigió a ellos directamente después de jubilarse. Su fuerza, dijo, provenía de “un trabajo increíblemente duro y una alimentación increíblemente difícil”.
Ella explicó: ‘Mido 5 pies y 5 pulgadas y estaba compitiendo contra chicas de hasta 6 pies con un rango de movimiento mucho mayor que el mío. Para vencer a cuerpos como ese, tuve que hacerme más fuerte, más rápido y más poderoso que ellos.
‘Tuve que alimentarme a la fuerza todos los días; comidas abundantes, luego una bebida rica en proteínas con tres huevos, plátanos, helado y leche. Una pinta de eso dos veces al día. Sé que me hizo cosas extrañas. Mi cuerpo no funcionaba como el de una mujer normal.
Mis pechos simplemente desaparecieron debajo del músculo. No tuve períodos durante siete u ocho años. Me dijeron que no podría haber tenido un hijo porque el revestimiento del útero se había vuelto demasiado delgado. Claro, fue extraño. Pero tenía que hacerse.
Whitbread compitió por última vez en 1989. Todavía tenía solo 27 años y debería haber tenido sus mejores años por delante. Una medalla de oro olímpica seguramente estaba a su alcance.
Pero una lesión persistente en el hombro la persiguió durante casi tres años antes de que decidiera dejarlo definitivamente. Ese momento llegó en 1992 cuando probó algunos ejercicios simples antes de ver a otro especialista en busca de ayuda. Casi de inmediato su hombro se dislocó, como lo había hecho anteriormente.
Su entrenadora y madre adoptiva, Margaret, estaba a su lado. Ninguno dijo una palabra; su notable odisea deportiva había llegado a su fin.
En esa etapa, otra figura cuasi paterna enormemente influyente había entrado en su vida.
Andrew Norman, dieciocho años mayor que Fátima, era un ex policía que, en los años ochenta, se había convertido en la figura más poderosa del atletismo británico.
Como promotor y agente, dominó el cambio del deporte del ‘shamateurismo’ de los pagos ocultos al profesionalismo abierto y de tiempo completo.
El estilo abrasivo y la influencia monopolística de Norman le convirtieron en tantos enemigos como importantes contactos y clientes.
Uno de los que tomó bajo su ala fue Fátima. La pareja finalmente se convirtió en amantes. Se dijo que la relación cada vez más estrecha de Whitbread con Norman contribuyó al alejamiento del promotor del campeón olímpico británico de media distancia Steve Ovett, a quien había asesorado desde su adolescencia.
Cuando Ovett invitó a Norman a la casa del corredor, apareció con Whitbread del brazo, en lugar de su esposa noruega, de quien luego se divorció. Ovett no estaba impresionado. No fue hasta que la carrera profesional de Whitbread terminó que su relación con Norman se hizo pública, e incluso entonces solo después de que se comprometieron en 1992.
Dos años más tarde, su prometido fue despedido de su trabajo como oficial de promociones de la Federación Británica de Atletismo, después de que un forense dijera que las acusaciones de naturaleza sexual que Norman había hecho contra un periodista deportivo que lo había criticado persistentemente en los medios habían contribuido. al suicidio del periodista.
Para entonces, con la considerable ayuda de Norman, Whitbread había cambiado su chaleco de lanzamiento por un nuevo puesto como presidenta de una empresa de marketing deportivo. Atrajo a la flor y nata del atletismo británico como clientes. La mayoría, si no todos, también estuvieron representados por su esposo.
La pareja se había casado en 1997 y —su cuerpo volvió a funcionar normalmente después de su jubilación— tuvo un hijo, Ryan, que ahora tiene 25 años. Su casa de 1 millón de libras esterlinas en el cinturón suburbano de Essex estaba a un mundo de distancia de las circunstancias de la infancia de Fátima. Pero su relación personal pronto se tambaleó. El trabajo de Norman lo llevó cada vez más a Sudáfrica, donde quería que la familia formara su hogar. Pero Fátima tenía poco interés en mudarse.
En 2005, anunció que se estaban separando en medio de rumores de que las atenciones románticas de su marido se habían centrado en un corredor de Europa del Este. Norman se rió de las historias, pero la pareja aún estaba distanciada cuando él murió repentinamente, dos años después, a los 64 años.
El impacto de este último de muchos giros crueles en la vida de Fátima se reveló en un tribunal público en 2009 después de que la atraparan por exceso de velocidad, ya que condujo a 116 mph para regresar a su casa en Essex.
Se derrumbó cuando les dijo a los magistrados que las recientes muertes de su esposo y su suegro la habían dejado como una madre soltera empobrecida y como la principal cuidadora de la madre gravemente discapacitada de Norman.
Soy una celebridad… Sudáfrica se transmite esta noche a las 9 p. m. en ITV1 e ITVX